Texto y fotos por Juan Manuel Román García
Nuestra ruta de hoy se gestó hace unos meses, pero hasta hoy no ha sido posible realizarla por razones de agenda. Empezó a eso de las siete treinta de la mañana, en la estación de autobuses de Ubrique, desde donde nos desplazamos hasta la vecina localidad de Villaluenga del Rosario. Allí en el restaurante La Posada dimos cuenta de un frugal desayuno, compuesto de unas tostadas de pan basto y un café.
Dispusímonos a tomar la vereda que nos lleva hasta el área recreativa de Las Covezuelas. Tuvimos la suerte de encontrar a un paisano que tomaba el mismo camino hasta Los Navazos, donde se disponía a enjaretar unos cochinos jóvenes, de un amigo, en la cabreriza del pago. Allí se dividieron nuestros caminos, quedando invitados a la vuelta a probar la leche de cabra payoya recién ordeñada. No fue posible, nuestra idea era asomar por Benaocaz.
Seguimos las indicaciones del lugareño y llegamos a un refugio de montaña que nos resguardó de una incipiente granizada que no duró más de 10 minutos, mientras dábamos cuenta de un salchichón y un queso excepcional. Después unas nueces y unos frutos secos nos sirvieron prácticamente de avituallamiento hasta nuestro destino benaocaceño. En estas estábamos cuando a nuestro amigo Pepe Gutiérrez se le antojó coger unos gamones para crijirlos al día siguiente en Los Bujeos Altos, en nuestra particular y ancestral fiesta, catalogándolo como de jartible. Nos desorientamos un poquitín, tanto que comenzamos el camino a Grazalema, producto seguro del vino de la bota y gracias que a los pocos metros pasó por allí el amigo, desde hoy, Pedro Benítez, que nos corrigió la ruta y a la vez, le servimos de ayuda, pues él no sabía llegar a Benaocaz desde la Charca Verde. Pretendía volver al Boyar por el Dornajo, ya que el ascenso al Reloj, dada la inclemencia del tiempo, no era ni factible ni adecuada. Seguimos juntos hasta Fardela, pues este camino ya lo conocía yo desde el pasado enero en que subimos al Reloj y al Simáncón, y de la cual dimos cumplida cuenta en este mismo blog.
Abrevamos en los Nueve Pilares de Fardela, y digo bien abrevamos, pues íbamos hasta las trancas de barro. Nos despedimos de Pedro que debía estar en Sevilla a las 10 de la noche, confiamos en que llegaría a tiempo.
Nosotros ya directos a Benaocaz, y en la casa de Yunes, amigo y cliente de Cayetano, nos permitió que degustáramos el resto de las viandas que llevábamos, que no eran pocas, con unas cervezas de barril que nos supieron a gloria y un café y unas pastas marroquíes dieron por finalizado el ágape. Después, reverencia en la Cabeza del Toro y tiro de piedra, por cierto, escasas en los alrededores del astado, conseguimos hacer diana y a Ubrique del tirón.
Entre este bloq y el de Manuel me están entrando unas ganas locas de visitar la sierra de Grazalema, eso si sin tomar vino que yo enseguida me pongo contento, jaja Saludos
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