27 de junio de 2013

Senderistas ubriqueños por el mundo: Del Pinar del Rey (San Roque) al Peñón de Gibraltar


Texto de Antonio Morales Benítez
Fotografías de Paco Rodríguez Torres y Antonio Morales Benítez

Desembarco ubriqueño en el Peñón. Una vez más gracias a unos ruteros ubriqueños que no conocen límite a su afición. En esta ocasión el reto era unir el Pinar del Rey, en San Roque, con Gibraltar. Una atractiva propuesta senderista hasta lo más alto de esta mole caliza, que nos recuerda nuestro entorno serrano, y  donde la leyenda sitúa una de las columnas de Hércules. Nos ofrece también la posibilidad de tomar conciencia de la vida de frontera, al mostrarnos la realidad de dos poblaciones vecinas separadas por cuestiones históricas y políticas. Constituye asimismo un enclave único, mezcla de culturas, religiones, lenguas y costumbres.

Muy temprano, casi con las primeras luces, la expedición salió de Ubrique en dirección al Peñón. En el nacimiento del Pinar ya esperaban algunos que se había desplazado por otros medios. Unido el grupo, se emprendió la marcha  para hacer la travesía urbana de San Roque y desde allí dirigirse hacia La Línea a través de las veredas de Sierra Carbonera,  desde donde ya se  vislumbraba cada vez con mayor nitidez nuestro destino. La primera imagen que nos ofrece la roca, todavía en la lejanía, es la de una fortaleza inexpugnable. Y aún más tras acceder a ella a través de las pistas de su aeropuerto y de unos túneles y murallas que evocan años de guerras y asedios. Por lo que todo allí refleja la función militar que ha tenido este enclave hasta fechas muy recientes. Pero hay que acceder a lo que hoy constituye una importante reserva natural, con una gran masa forestal, para descubrir una realidad bien distinta. Un espacio y unos paisajes que han permanecido ajenos a los avatares de la Historia y que respiran por todos lados un aire andaluz y mediterráneo.

Una vez llegados a Gibraltar, se plantearon dos rutas alternativas. Una de ellas era acceder a la reserva natural a través de la entrada situada más al sur, donde se pudo visitar el cementerio judío del siglo XVIII, una terraza natural con vistas sobre esta parte más meridional del Peñón con el faro de Punta Europa en el horizonte. En este punto se inicia una senda, todavía no muy transitada, que responden al nombre de Escaleras del Mediterráneo, Se trata de una subida difícil, con un desnivel brutal, por unas laderas verticales, a veces no aptas para personas con vértigo, y donde se alteran en forma de zigzag escalones de piedra caliza, muy irregulares, y veredas, siempre con la costa a nuestras espaldas. En algunas de estas paredes encontramos las omnipresentes garitas e instalaciones militares, pero también cuevas de habitación prehistóricas de difícil acceso y desde donde nuestros antepasados controlaban el Estrecho. Se trata de la vertiente menos conocida del Peñón que no puede dejar de sorprendernos. Un vez arriba, a la altura de las baterías O´ Haras, podemos disfrutar de unas extraordinarias vistas sobre la bahía de Algeciras, el Mediterráneo, las costas y montañas de las provincias de Cádiz y Málaga, y detrás, el Estrecho y las costas africanas con el imponente monte Yebel Musa, que durante siglos se presentaba como el límite del mundo conocido, la última frontera de los antiguos navegantes. Nos ofrece también una perspectiva inolvidable de estos escarpes rocosos de la vertiente este del Peñón, tan desconocida y salvaje.

La otra opción era hacer una ruta alrededor del Peñón. Las autoridades gibraltareñas han abierto al tráfico recientemente un nuevo túnel que nos permite ya rodear en su totalidad el Peñón. Se trata de un recorrido circular de unos 10 kilómetros que algunos corredores utilizan como un circuito y que en poco tiempo se está convirtiendo en un todo un clásico para los llanitos. Se trata también de una privilegiada ventana, sin perder nunca de vista el mar, el Mediterráneo, el Estrecho y la bahía de Algeciras, y que nos permite recorrer la bahía de los Catalanes, Punta Europa y las fortalezas costeras. Eso sí, el senderista se encontrará a lo largo del recorrido con un pequeño problema que, sin embargo, no debe ser tal. A la entrada del nuevo túnel (Dudley Ward Tunnel) se tropezará con una señal que prohíbe el paso a los peatones, pero existe mucha tolerancia con los corredores, por ello sólo tendremos que trotar un poco para superarlo. 

En resumidas cuentas, y lejos de cualquier otra consideración, un espacio con numerosas posibilidades para entrar en contacto con la naturaleza. La llegada del verano no debe ser excusa para perder la forma. Existen alternativas como ésta para no tener que renunciar a las salidas y disfrutar de la naturaleza a pesar de la subida de las temperaturas.


















































9 de junio de 2013

Senderistas ubriqueños por el mundo: La Sierra de las Nieves en primavera


Texto y fotos por Antonio Morales Benítez
Después del letargo invernal, en primavera la Sierra de las Nieves recupera todos sus colores. Es la época ideal también para apreciar toda su diversidad paisajística y complejidad geológica. En estas cumbres de la provincia de Málaga sin duda su mayor singularidad son los pinsapos, aquí se encuentra su mayor extensión, y ya en las alturas nos encontramos con el dominio de las llamadas “sierras blancas”. Hemos realizado el recorrido desde el área recreativa de Los Quejigales hasta el pico Torrecilla, sin una de las rutas más interesantes del parque. El desnivel es de unos 630 metros, desde los 1.283 hasta los 1.915. Ello nos permite apreciar esta naturaleza cambiante.

La subida inicial se realiza entre pinsapos majestuosos, en medio de la umbría del bosque y encajonados entre montañas. Hasta que se llega al puerto de los Pilones donde se abre el horizonte y podemos observar las cumbres malagueñas, Ronda y la Serranía de Grazalema. A partir de ese momento nos encontramos con las formaciones calizas. El día en que realizamos la ruta, dentro de esta primavera atípica, tuvimos niebla, viento y frío, y los quejigos parecían continuar en estado de hibernación para adaptarse a condiciones extremas al no haber superado la estación invernal. Tras visitar el pozo de nieve, y llegados a la altura del cerro del Pilar, junto a las covachas y el pilar de Tolox, sería el momento de recuperar fuerzas para acometer el pico más emblemático del parque. A pesar de que sabíamos que había que atacarlo directamente, un despiste nos hizo perder la senda correcta y ello endureció notablemente la subida. Pero vez arriba, y tras dejar constancia de nuestro paso en el libro de visitas, pudimos disfrutar de amplias panorámicas de las costas y sierras andaluzas del interior. La vuelta se haría por el carril forestal hasta el punto de origen para disfrutar de un nuevo paisaje y de su rica vegetación, como las peonías o rosas abardelas, uno de los endemismos del pinsapar. En total fueron necesarias unas 8 horas para recorrer los aproximadamente 17 kilómetros de una caminata con cierta dificultad en algunos tramos.