En esta Semana Santa de meteorología inestable, un grupo de senderistas ubriqueños realizó una ruta en la que pretendían enlazar Ubrique con la presa del embalse de los Hurones. Un cambio en el tiempo les impidió completarla, debiendo volverse antes de tiempo después de haber visitado la Finca de Cardela. Contamos aquí con el relato y las fotografías de Antonio Morales sobre esta experiencia senderista.
Texto y fotos por Antonio Morales Benítez
Esta caminata discurre por una zona limítrofe entre parques naturales de Grazalema y Los Alcornocales, a través de los montes de Cardela y siempre en dirección a la presa del embalse de los Hurones, ya en el témino municipal de Algar. La construcción de este pantano, que entró en servicio en 1964, cambió el horizonte de estos lugares. A pesar de ello aún hoy se nos sigue presentado como un mundo aparte, donde se mueve con total libertad la fauna más característica de estos parques. Para iniciar la ruta hay que tomar la CA- 6233 a la altura de la piscina municipal de Ubrique para continuar siempre paralelo al río hasta su desembocadura en el embalse y teniendo siempre como referencia la peña que alberga el castillo de Fátima. Una vez en la cola del pantano hay que atravesar un puente para continuar por el interior de la finca -es necesario contar con el permiso del personal que la custodia- para recorrer un largo trecho a través de una gran masa forestal, formada sobre todo por alcornoques, que nos conduce hasta la casa propiedad de la familia Mora Figueroa. Todo en esta finca, desconocida para muchos, nos evoca las monterías que desde hace muchas décadas se organizan en estos lugares. La idea inicial era culminar la ruta en la presa del pantano, que ya casi tocábamos con las manos, pero el repentino empeoramiento de las condiciones metorológicas, precisamente en una zona donde se había perdido el carril y se debía continuar campo a través, bordendo el pantano, hicieron aconsejable iniciar la vuelta antes de tiempo y, por lo tanto, esperar a otra ocasión para culminar la caminata. Hasta entonces la excursión había discurrido bajo un sol primaveral. Pese a todo, se recorrieron unos 30 kilómetros, la mitad de ellos bajo una fuerte lluvia, que se cubrieron en unas 7 horas. Una vez en Ubrique, la manta de agua tendría su contrapunto en la peña sevillista donde se repusieron las mermadas fuerzas.